Avanzamos en las fiestas en torno a san Bernabé acercándoles hoy los símbolos que están presentes en torno al 11 de junio en Logroño, y que ya han sido descritos en el cuadernillo "El Sitio de Logroño", San Bernabé y La Cofradía del Pez que firmo junto a mi amigo y artista Taquio Uzqueda:
ARCO
DE SAN BERNABÉ
En el Voto de
San Bernabé, donde se concentran las normas de obligado cumplimiento que se
deben realizar con motivo de las fiestas de san Bernabé se habla en repetidas
ocasiones del Procurador mayor, que no era otro que la persona que hacía la
aportación económica con la cual se corría con todos los gastos del principal
banquete que se ofrecía en las fiestas de san Bernabé a todos los convecinos
que eran regidores y al resto de fuerzas vivas de la ciudad. De esta forma nace
el arco de san Bernabé, que no era más que un monumento en agradecimiento para
homenajear al Procurador y que se levantaba frente a su domicilio particular.
“En las fiestas
de 1767 -ha dejado escrito Jerónimo Jiménez en el diario La Rioja- al no
existir el cargo de Procurador mayor por haberse suprimido en virtud de una
orden del Supremo Consejo de Castilla, al Ayuntamiento, en sesión de fecha 5 de
junio, tomó el acuerdo de poner el Arco Triunfal con las banderas frente al
edificio de “El Portalón” que entonces era la Casa Consistorial, y que se
ubicaba justamente frente a la actual entrada de la calle Juan Lobo”.
El material con
el que ha estado confeccionado a lo largo de la historia ha variado pues si
bien siempre fue de madera, cubierto de follaje por los jardineros municipales,
desde 1969, siendo alcalde Víctor de Lerma, se tomó el acuerdo de que fuera
metálico.
Banderazos. Moisés Torrealba |
LA
BANDERA
La bandera de
Logroño tiene como elemento principal la Cruz de San Andrés, en memoria del
apóstol Santiago que según dice la leyenda murió en una cruz en forma de aspa.
El utilizar esta cruz en la bandera de Logroño se hizo como concesión del rey
Fernando III el Santo, en agradecimiento a la ayuda que le prestaron los
logroñeses en 1227 para la toma de la ciudad de Baeza.
Tres siglos más
tarde, Carlos I concedido a nuestro escudo tres flores de lis como homenaje a
la gesta del “Once de junio” de 1521.
Esta bandera es
portada por el Alcalde o la Alcaldesa de la ciudad en la jornada del 11 de
junio ondeándola en tres lugares significativos de Logroño como forma de
expresión de la posesión de la ciudad por la Corporación local. El primero, en
el arco triunfal o Arco de San Bernabé -en recuerdo de la Puerta de la Arbentia
que aquí existía-, el segundo en la Puerta de San Francisco, en la actualidad
frente al Hospital de La Rioja y el tercero y definitivo en la Puerta del
Camino, que es la única que se conserva de las que existían en las murallas
durante los ataques del ejército francés en 1521, y que es más conocida como
puerta del Revellín. En cada uno de estos lugares, en cada una de estas
paradas, la primera autoridad municipal, lanza sus buenos deseos o recuerdos a
los ciudadanos, que finaliza con un ¡Viva San Bernabé! o ¡Viva Logroño!, según
la inspiración de ese momento.
Reparto del pez. Moisés Torrealba |
BENDICIÓN
DEL PEZ, EL PAN Y EL VINO
Hubo unos años
en que el pez, del pan y el vino, en jarrita, se presentaba tanto a la primera
autoridad municipal como al Obispo para que procediesen, en el primer caso, a
su reconocimiento, en el segundo, a su bendición, utilizándose una fórmula que
ha pasado al olvido pero que se ha podido rescatar de documentos del pasado.
El Cofrade Mayor
porta el pez, el pan y el vino en una bandeja que ofrece al Alcalde o Alcaldesa
diciendo:
- Reciba vuestra
merced esta ofrenda que os hace en nombre de la ciudad la Cofradía del Pez.
A lo que debía
responder:
- Tomo del pan,
del pez y del vino, que son a la vez la concreción del carácter logroñés,
porque es el pez vuestro esfuerzo, el vino vuestra alegría y el pan vuestra
bondad.
Después la
autoridad municipal acompañada de tres miembros de la Cofradía se dirigían
hacia el Obispo que presidía la procesión e hincando ambas rodillas en tierra,
le señalaba:
- Dignaos,
Monseñor, impartir vuestra bendición sobre el pan, el pez y el vino, que son la
trilogía de la buena gracia.
Para terminar
con esta fórmula el Obispo otorgaba su bendición y los miembros de la Cofradía,
después de besar el anillo pastoral, se trasladaban hasta las andas de San
Bernabé, en las que quedaba depositada tan simbólica ofrenda.
Esta fórmula no
es ya utilizada, aunque sí la bendición de los alimentos por parte del Obispo
de la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño cuando la procesión llega a
las Murallas del Revellín.
En cuanto a los
peces, siempre habían sido ciprínidos, o lo que es lo mismo, peces de cuerpo
fusiforme o alargado con una aleta dorsal generalmente corta, dientes faríngeos
y esqueleto osificado total o parcialmente. Tienen una sola hendidura branquial
y se pueden encontrar en aguas dulces, preferentemente encharcadas.
Tradicionalmente estos peces eran pescados en el río Ebro unos días antes de su
consumo; pasado el tiempo, se pescaban durante los meses de febrero o marzo
manteniéndose congelados a temperaturas entre diez y veinticinco grados bajo
cero hasta días antes de la celebración que pasaban a frigoríficos de cero
grados. No obstante y dadas las dificultades de conseguir la cantidad de piezas
que se necesitan para celebrar este acto, la Cofradía del Pez decidió en 2005
cambiar este pez por un trozo de trucha de piscifactoría, con lo que
consiguieron un buen producto, sin problemas sanitarios, con el que se puede
seguir manteniendo la tradición… un cambio que además ha sido aplaudido por la
ciudadanía.
En la actualidad
las cifras que mueve la Cofradía del Pez están en los 900 kilos de alevines
truchas, 22.000 raciones de pan, 1.500 litros de vino cortesía de la familia
Vivanco y 300 litros de aceite Rihuelo, del alfareño Clemente Bea.
LOS CAÑONES
Las salvas correspondientes a las fiestas de san Bernabé son
realizadas por dos ‘artefactos’ que popularmente son conocidos como los
“Cañoncitos de San Bernabé” en la
creencia de que fueron tomados al ejército francés el 10 de junio de 1521,
hecho nada más lejos de la realidad, pues tres de ellos desaparecieron en la
Guerra de la Independencia de 1808 y los
otros se habían perdido anteriormente.
Los actuales cañones pertenecieron al General Espartero y son los
utilizados por el Ayuntamiento de nuestra ciudad como símbolo de los auténticos
del siglo XVI.
También debemos dejar reflejado aquí, según nos dice y ha dejado
escrito el cronista oficial de Logroño, Jerónimo Jiménez Martínez que “En el
Archivo del Ayuntamiento existe una carta de pago, de fecha 28 de octubre de
1591, y un documento por el que Felipe II, solicitaba estas piezas de
artillería, que en total eran ocho, siendo sus características las siguientes:
Dos medios cañones sembrados de armas defensivas del imperio de Alemania, con
letreros de lengua de Alemania, de peso de treinta y tres quintales cada uno
poco más o menos.
Iten otras dos medias culebrinas, sembrados los cañones de flor de
Lises, de treinta quintales de peso cada uno poco más o menos.
Iten cuatro falconetes de campaña que tiran dos libras de bala poco
más o menos”.
Estas armas fueran conservadas casi con exquisita veneración por los
habitantes de la ciudad, construyendo incluso para ellas un edificio que
recibía el nombre de Casa de la Artillería y que se ubicaba justamente en la
portada del Convento de Nuestra Señora de la Merced, posteriormente fábrica de
tabacos y hoy futura -en la actualidad- sede del Parlamento riojano”.
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