jueves, 5 de junio de 2014

Los símbolos de la fiesta de san Bernabé

Avanzamos en las fiestas en torno a san Bernabé acercándoles hoy los símbolos que están presentes en torno al 11 de junio en Logroño, y que ya han sido descritos en el cuadernillo "El Sitio de Logroño", San Bernabé y La Cofradía del Pez que firmo junto a mi amigo y artista Taquio Uzqueda:
 
ARCO DE SAN BERNABÉ
 
En el Voto de San Bernabé, donde se concentran las normas de obligado cumplimiento que se deben realizar con motivo de las fiestas de san Bernabé se habla en repetidas ocasiones del Procurador mayor, que no era otro que la persona que hacía la aportación económica con la cual se corría con todos los gastos del principal banquete que se ofrecía en las fiestas de san Bernabé a todos los convecinos que eran regidores y al resto de fuerzas vivas de la ciudad. De esta forma nace el arco de san Bernabé, que no era más que un monumento en agradecimiento para homenajear al Procurador y que se levantaba frente a su domicilio particular.
 
“En las fiestas de 1767 -ha dejado escrito Jerónimo Jiménez en el diario La Rioja- al no existir el cargo de Procurador mayor por haberse suprimido en virtud de una orden del Supremo Consejo de Castilla, al Ayuntamiento, en sesión de fecha 5 de junio, tomó el acuerdo de poner el Arco Triunfal con las banderas frente al edificio de “El Portalón” que entonces era la Casa Consistorial, y que se ubicaba justamente frente a la actual entrada de la calle Juan Lobo”.
 
El material con el que ha estado confeccionado a lo largo de la historia ha variado pues si bien siempre fue de madera, cubierto de follaje por los jardineros municipales, desde 1969, siendo alcalde Víctor de Lerma, se tomó el acuerdo de que fuera metálico.
 
Banderazos.             Moisés Torrealba
LA BANDERA
 
La bandera de Logroño tiene como elemento principal la Cruz de San Andrés, en memoria del apóstol Santiago que según dice la leyenda murió en una cruz en forma de aspa. El utilizar esta cruz en la bandera de Logroño se hizo como concesión del rey Fernando III el Santo, en agradecimiento a la ayuda que le prestaron los logroñeses en 1227 para la toma de la ciudad de Baeza.
 
Tres siglos más tarde, Carlos I concedido a nuestro escudo tres flores de lis como homenaje a la gesta del “Once de junio” de 1521.
 
Esta bandera es portada por el Alcalde o la Alcaldesa de la ciudad en la jornada del 11 de junio ondeándola en tres lugares significativos de Logroño como forma de expresión de la posesión de la ciudad por la Corporación local. El primero, en el arco triunfal o Arco de San Bernabé -en recuerdo de la Puerta de la Arbentia que aquí existía-, el segundo en la Puerta de San Francisco, en la actualidad frente al Hospital de La Rioja y el tercero y definitivo en la Puerta del Camino, que es la única que se conserva de las que existían en las murallas durante los ataques del ejército francés en 1521, y que es más conocida como puerta del Revellín. En cada uno de estos lugares, en cada una de estas paradas, la primera autoridad municipal, lanza sus buenos deseos o recuerdos a los ciudadanos, que finaliza con un ¡Viva San Bernabé! o ¡Viva Logroño!, según la inspiración de ese momento.
 
Reparto del pez.    Moisés Torrealba
BENDICIÓN DEL PEZ, EL PAN Y EL VINO
 
Hubo unos años en que el pez, del pan y el vino, en jarrita, se presentaba tanto a la primera autoridad municipal como al Obispo para que procediesen, en el primer caso, a su reconocimiento, en el segundo, a su bendición, utilizándose una fórmula que ha pasado al olvido pero que se ha podido rescatar de documentos del pasado.
 
El Cofrade Mayor porta el pez, el pan y el vino en una bandeja que ofrece al Alcalde o Alcaldesa diciendo:
 
- Reciba vuestra merced esta ofrenda que os hace en nombre de la ciudad la Cofradía del Pez.
 
A lo que debía responder:
 
- Tomo del pan, del pez y del vino, que son a la vez la concreción del carácter logroñés, porque es el pez vuestro esfuerzo, el vino vuestra alegría y el pan vuestra bondad.
 
Después la autoridad municipal acompañada de tres miembros de la Cofradía se dirigían hacia el Obispo que presidía la procesión e hincando ambas rodillas en tierra, le señalaba:
 
- Dignaos, Monseñor, impartir vuestra bendición sobre el pan, el pez y el vino, que son la trilogía de la buena gracia.
 
Para terminar con esta fórmula el Obispo otorgaba su bendición y los miembros de la Cofradía, después de besar el anillo pastoral, se trasladaban hasta las andas de San Bernabé, en las que quedaba depositada tan simbólica ofrenda.
 
Esta fórmula no es ya utilizada, aunque sí la bendición de los alimentos por parte del Obispo de la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño cuando la procesión llega a las Murallas del Revellín.
 
En cuanto a los peces, siempre habían sido ciprínidos, o lo que es lo mismo, peces de cuerpo fusiforme o alargado con una aleta dorsal generalmente corta, dientes faríngeos y esqueleto osificado total o parcialmente. Tienen una sola hendidura branquial y se pueden encontrar en aguas dulces, preferentemente encharcadas. Tradicionalmente estos peces eran pescados en el río Ebro unos días antes de su consumo; pasado el tiempo, se pescaban durante los meses de febrero o marzo manteniéndose congelados a temperaturas entre diez y veinticinco grados bajo cero hasta días antes de la celebración que pasaban a frigoríficos de cero grados. No obstante y dadas las dificultades de conseguir la cantidad de piezas que se necesitan para celebrar este acto, la Cofradía del Pez decidió en 2005 cambiar este pez por un trozo de trucha de piscifactoría, con lo que consiguieron un buen producto, sin problemas sanitarios, con el que se puede seguir manteniendo la tradición… un cambio que además ha sido aplaudido por la ciudadanía.
 
En la actualidad las cifras que mueve la Cofradía del Pez están en los 900 kilos de alevines truchas, 22.000 raciones de pan, 1.500 litros de vino cortesía de la familia Vivanco y 300 litros de aceite Rihuelo, del alfareño Clemente Bea.
 
LOS CAÑONES
 
Las salvas correspondientes a las fiestas de san Bernabé son realizadas por dos ‘artefactos’ que popularmente son conocidos como los “Cañoncitos de San Bernabé”  en la creencia de que fueron tomados al ejército francés el 10 de junio de 1521, hecho nada más lejos de la realidad, pues tres de ellos desaparecieron en la Guerra de la Independencia de 1808  y los otros se habían perdido anteriormente.
 
Los actuales cañones pertenecieron al General Espartero y son los utilizados por el Ayuntamiento de nuestra ciudad como símbolo de los auténticos del siglo XVI. 
 
También debemos dejar reflejado aquí, según nos dice y ha dejado escrito el cronista oficial de Logroño, Jerónimo Jiménez Martínez que “En el Archivo del Ayuntamiento existe una carta de pago, de fecha 28 de octubre de 1591, y un documento por el que Felipe II, solicitaba estas piezas de artillería, que en total eran ocho, siendo sus características las siguientes: Dos medios cañones sembrados de armas defensivas del imperio de Alemania, con letreros de lengua de Alemania, de peso de treinta y tres quintales cada uno poco más o menos.
 
Iten otras dos medias culebrinas, sembrados los cañones de flor de Lises, de treinta quintales de peso cada uno poco más o menos.
 
Iten cuatro falconetes de campaña que tiran dos libras de bala poco más o menos”.
 
Estas armas fueran conservadas casi con exquisita veneración por los habitantes de la ciudad, construyendo incluso para ellas un edificio que recibía el nombre de Casa de la Artillería y que se ubicaba justamente en la portada del Convento de Nuestra Señora de la Merced, posteriormente fábrica de tabacos y hoy futura -en la actualidad- sede del Parlamento riojano”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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