Congreso de los Diputados. |
Treinta y cinco años después de que este
país contara con una Constitución pactada entre los distintos grupos del arco
parlamentario, apenas si es celebrada una jornada que años atrás contaba con
actos oficiales o paralelos en escuelas y colegios, para que los más pequeños
lean y conozcan la llamada 'Ley de leyes'. Como recuerdo a la misma, traigo a
la actualidad un trabajo que escribí para un acto realizado en el Ateneo
Riojano con motivo del veinte aniversario de la Constitución Española, en el
que participó, entre otros ilustres conferenciantes, uno de los
padres de la Constitución: Jordi Solé Tura.
LA CONSTITUCIÓN DEL 78
Aquel 78, el año de la Constitución, fue muy
ajetreado a partir del 22 de agosto para el Gobierno, todos los partidos
políticos y de forma especial para los padres de la Constitución.
Para el Gobierno de Suárez dos eran los
problemas que deseaban olvidar lo más rápidamente posible del futuro texto
Constitucional: la configuración de la Monarquía y el tipo de Constitución que
los ponentes debían redactar.
Al tiempo, los diferentes ponentes tenían sus propias
ideas sobre el texto y de forma especial los que no representaban al Gobierno
ni al partido que le sustentaba. Para Herrero de Miñón, la
Constitución debía ser breve, enunciativa y mínimamente conflictiva. Fraga, se mostraba partidario de proceder a la
promulgación de leyes constitucionales parciales. Peces Barba, Miguel Roca y Solé Tura, eran
partidarios de un texto amplio que recogiera todas las cuestiones fundamentales
con todo el detalle necesario... preferían lo que luego se vino a llamar un
texto río que constitucionalizara con precisión los derechos y libertades
fundamentales, los límites y alcance de los poderes y sobre todo, el espinoso y
complicado tema de las autonomías y la organización territorial del Estado... Y
además, en la primera reunión, dos puntos de partida que con el paso de los
años no dejan de ser datos para la historia y el recuerdo. Un Peces Barba que
afirma categóricamente que el PSOE es republicano y un Solé Tura que pese a ser
el representante comunista comenta que “La Monarquía está ahí. Lo que hay que
hacer es reducir los poderes del Rey”.
NUEVE MESES PARA DAR A LUZ LA NUEVA CONSTITUCIÓN
Estos son los puntos de partida para nueve meses de trabajo donde no
faltaron las idas y venidas. Los encuentros y desencuentros. Los portazos a la
puerta de la sala de reuniones y las vueltas. Los bis a bis a media mañana,
media tarde o media noche y en escenarios diferentes: en restaurantes, sedes de
partidos o despachos de ministerios. Las reuniones y ‘contrarreuniones’ a tres,
a cinco, a siete o a nueve, del mismo partido o diferentes... por separado,
formando grupos afines o mezclados.... Recurriendo a la muletilla de periodista
veterano junto al concienzudo trabajo de los ponentes constitucionales,
alrededor los teléfonos echaban humo... pero aquello avanzaba, dejando siempre
los temas más polémicos para el final, que resultaron ser el sistema electoral
del Congreso de los Diputados y Senado y el no menos espinoso asunto de los
territorios forales.
Tras nueve meses de duro trabajo de los padres de la Constitución,
comienzan las sesiones plenarias en el Congreso e inmediatamente salta la bomba
de los peneuvistas y el tema foral lo que les lleva a retirarse del salón de
sesiones sin votar el texto dictaminado de la Constitución que es aprobado con
sólo dos votos en contra.
Finalmente la cuestión foral queda pendiente para el siguiente
tramo constitucional que emprende en el Senado, donde Camilo José Cela mete la
pluma, que le dejan, a una Constitución a la que le faltaba estilo gramatical y
mejora la atropellada redacción fruto del consenso. Se vuelven a reactivar las
polémicas con temas como el de la educación o la cuestión vasca y se repiten
las conversaciones, los encuentros, las comidas, las reuniones... y antes de la
votación definitiva se cuela de rondón y a última hora el que fue llamado como
'el texto del gol' : la enmienda del PNV sobre los derechos históricos de los
territorios forales.
VOTACIONES
En la votación final del Congreso están presentes, 345 diputados, y 5
ausentes, votando a favor 325. Votan en contra 5 aliancista, (Gonzalo Fernández
de la Mora, Alberto Jarabo Payá, José Martínez Emperador, Pedro de Mendizábal y
Federico Silva) y el representante de Euskadiko Esquerra, Francisco Letamendía,
mientras se abstienen trece diputados más (los peneuvistas Arzallus, Elorriaga,
Sodupe, Aguirre, Cuerda y Bujanda; los aliancistas Licinio de la Fuente,
Piñeiro y Lapuerta así como los excentristas Joaquín Arana y Pedro Morales, el
ucedista Jesús Aizpún por la 'cuestión navarra' y el nacionalista republicano
Heribert Barrera.).
En el Senado votan 239 y están ausente 9
senadores. Lo hacen en contra 5 senadores (los vascos, Bajo Fanlo y Bandrés,
Fidel Carazo, el almirante Gamboa y el catalán Xinirachs).Y se abstienen 7
más: los vascos Manuel de Irujo, Gregorio Monreal, Ignacio Oregui, Juan Ignacio
Uría y Federico Zabala, así como el nacionalista republicano catalán
Rosend Audet y el general Luis Díez Alegría.
Se había conseguido una Constitución que establecía la
Monarquía Parlamentaria como forma de Estado, la Democracia pluralista que
devolvía la soberanía al pueblo, al fín y al cabo, un sólido sistema de
libertades públicas y derechos fundamentales, con un Título Octavo, o de la
Organización Territorial del Estado que resultará el más polémico de todos. Era
la Constitución del consenso, efectivamente la que no gustaba completamente a
nadie pero que tampoco disgustaba a ninguno.
LA VIDA EN EL 78
Estamos en el 78, año en que es refrendada la
Constitución y nos encontramos con unos españoles sobrios, austeros y como ropa
habitual del hombre, el pantalón de pana. Unos españoles que se casaban
pensando que la unión matrimonial era para toda la vida. Unos españoles que
fueron definidos por el sociólogo Javier Sábada como los del desequilibrio,
denominación que le gusta más que el decir desencantados. Unos españoles que se
tomaban muy en serio lo de las libertades y las deseaban con todas sus fuerzas.
Que contaban con una población de parados cercana al millón de personas. Una
sociedad que empezaba a poner en práctica lo que se daba a conocer como
planificación familiar. Que el 33% de las familias contaban con un automóvil o
un teléfono y tan sólo el 2.6% de lavavajillas. Que tenían una policía que iba
de gris. Que había eliminado aquello que se llamaba censura por lo que las
canciones, los libros, las películas, las obras de teatro, las exposiciones,
los programas o las actividades culturales se podían exhibir a expensas única y
exclusivamente de la aceptación popular. Es la España de 'Furtivos' y de
'Alguien voló sobre el nido del cuco' o lo que es lo mismo, unos años en los
que contrariamente a lo que se podía suponer, se realizaba un cine de gran
desilusión más que de ilusión, como así lo reconocía Manuel Gutiérrez Aragón.
Una España que recibe a artistas de todo el mundo, que empieza a abrirse a lo
que hay en el exterior y que incluso se lanza fuera de nuestras fronteras para
ver lo que sucedía por ahí. Una España con fútbol y toros que acababa de
despedir en la distancia a Groucho Marx y a Elvis Presley.
Una sociedad aquella del 78 en que ve nacer la
publicidad o por lo menos la publicidad que se lanza por la apertura con la
aparición de largas piernas... aunque los productos de belleza todavía se
reducían al agua y jabón, y como mucho una colonia y el ‘after shave’ para los
hombres.
Gastronómicamente son años de platos recios y
tradicionales con el guiso como menú estrella...las reuniones de amigos se
terminaban con velas encendidas, música de ‘sitar’ y una varilla de incienso,
todos en torno a un librillo de papel de fumar y una china, que no era
precisamente la Presley. Es la España de la televisión única y con una
literatura en la que triunfan Cela, Torrente, Delibes, Umbral o Caballero
Bonald.
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